Silvia Johana Cardozo


“La ética en la televisión, realidad o utopía”


Por: Silvia Johanna Cardozo Prada



“La televisión actual está regida por el criterio de conseguir la mayor audiencia posible. Para conseguirlo, las televisiones, incluidas las públicas, se saltan las normas éticas y del buen gusto, degradando sus contenidos habituales. Todo esto se justifica aduciendo que dan a la audiencia lo que ésta pide”.

Dr. Hugo Aznar Profesor de Ética Pública y del Periodismo”Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre”



El dilema de la ética en la televisión atraviesa por varios aspectos tales como la implementación de la televisión digital en Colombia, el tratamiento de imágenes y noticias en cuanto a la vida privada de los personajes públicos, el manejo de programas infantiles, la importancia de la programación regional enfocada a mostrar y promover la región, el manejo de los programas educativos y las franjas familiares, entre otros.

De lo anterior tendríamos entonces como primera medida que Colombia es un país que no está preparado para asumir un cambio tan drástico en la programación, como lo es la inclusión de la televisión digital. El choque cultural que traería consigo esta iniciativa en los televidente, sería desastroso teniendo en cuenta que los colombianos no estamos preparados ni educados para interpretar, tolerar y entender cierto tipo de programación de otros países quienes mostrando su cultura, chocarían con la nuestra, tan tradicionalista, conservadora, esquematizada, algo intolerante y cerrada a aceptar con facilidad los nuevos cambios y otras formas de pensar.

Económicamente hablando, tampoco estamos en condiciones de ajustarnos a este nuevo reto puesto que ello implicaría, que cada familia, cada hogar; adquiriera nuevos televisores y aparatos electrónicos que estuviesen a la altura de las nuevas tecnologías para poder así, implementar la televisión digital que deja en situación de obsoletos a los antiguos inventos tecnológicos.

Por otra parte, el hecho de que ahora existan más canales, no significa que sea el televidente quien tenga el poder sobre los programas que quiere ver, por el simple hecho de que pueda elegir el canal de su preferencia; todo lo contrario, ahora habrán más problemas para poder regular la programación y más dificultades para que los televidentes tomen conciencia y se eduquen a través de los medios, porque ya no van a preferir ver programas educativos, ni informativos sino todos aquellos programas que promuevan, la mediocridad y el entretenimiento; que atraigan sus sentidos y satisfagan el morbo.
El profesor de ética y periodismo Hugo Aznar, hace una reflexión interesante al respecto en su artículo llamado “Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre”:
“El sistema de audiencia tiende a identificar elección libre con elección espontánea. Solemos pensar que una persona es verdaderamente libre cuando su elección se hace bajo ciertas condiciones. Así, por ejemplo, si me engañan o me manipulan, elegiré voluntariamente pero sería extraño decir que he elegido libremente”.
“Las preferencias verdaderamente libres deben ser preferencias informadas. Esto es evidente: si no disponemos de un mínimo de información acerca de lo que estamos eligiendo, las consecuencias de elegirlo, las posibilidades de elección, etc., no puede decirse que la elección sea libre. Si nos falta información o más aún si nos engañan o manipulan, la elección sigue siendo voluntaria (ya que la hacemos nosotros), pero no es libre y autónoma. Es lo que ocurre cuando nos venden gato por liebre: el vendedor se calla cosas que deberíamos saber y nosotros compramos engañados. ¿Ocurre esto en las televisiones?”
[1]
Pasando a otro de los dilemas éticos que atraviesa la televisión, encontramos el cubrimiento de imágenes y noticias relacionadas con la vida privada de los personajes públicos. ¿A quién le importa, por citar ejemplos; si Shakira le puso los cachos a Antonio de la Rua o si Claudia Bahamón, tuvo un conflicto con su novio y luego los encontraron entrando a un motel para arreglar el problema? La vida personal de los famosos, por más personajes públicos que sean, no tiene porque ser revelada, es problema de cada quien, lo que haga con su vida íntima desde que sus acciones no involucre a terceros. Los personajes públicos se hicieron famosos en algún momento, no por los escándalos de su vida intima, sino por tener algún talento, alguna cualidad, que cautivó la atención del publicó que los sigue y admira. Por lo anterior, son las cuestiones de tipo profesional las que se deben tener en cuenta a la hora de publicar una noticia y no las cuestiones personales que son privadas y que a nadie más que a ellos, les debe de importar.
La realización y emisión de programas infantiles es otro dilema ético en la televisión, donde encontramos que, ni los horarios de estos programas son favorables para ser vistos por los menores y sus contenidos no educan ni entretienen sanamente.
A su vez, no existe un control por parte de los canales, en cuanto a la transmisión o regulación del tipo de programación adecuada para los niños y estos finalmente terminan siendo espectadores de las novelas y las películas que ven los adultas, sin recibir ninguna orientación que minimice sus impactos y efectos negativos. Pareciera como si la parilla de programación infantil estuviera como frase de cajón en los menús de las programadoras para decir que sí se piensa en los niños y que también se les tiene en cuenta a la hora de presentar una emisión variada e integral en su contenido. Pero a la hora de la verdad es que estos programas que se supone entretiene y educan a los menores, no están siendo aprovechados por los mismos, por lo que mencionaba al principio de este item; los horarios y los contenidos, resultan inapropiados.

El dilema de los canales regionales, por su parte, radica en que estos se crean principalmente para buscar un lucro económica por parte de sus directores o dueños y no con miras a satisfacer las necesidades y gustos de las audiencias regionales que son su público objetivo y directo. ¿Para qué un canal local, si va a mostrar los mismos programas que los canales nacionales? O lo que es peor, ¿Para qué una copia de los contenidos y formatos nacionales en los programas locales? Esto no tiene ningún sentido. Lo que se requiere es buscar integrar lo local a la programación mostrando lo nuestro, lo que nos hace únicos y autóctonos como la arquitectura, los paisajes, los deportes, la cultura, lo social, las artes, todo; pero siempre y cuando las fuentes, los personajes y los espacios; sean tomados en la región; de esta manera se logra que la audiencia se identifique con los programas y se sienta motivada a verlos.

La publicidad también amenaza la ética de los periodistas y comunicadores. A los medios no les interesa evaluar ni regular la publicidad que emiten porque simplemente esto los lucra económicamente. Mostrar una publicidad a cualquier hora y en cualquier momento del día, de mujeres semi desnudas por ejemplo, y casi teniendo sexo; es algo cotidiano de ver en las pantallas y que a los dueños de los canales no les importa divulgar porque entre más salga la publicidad y por mayor tiempo, mayor es la ganancia o el lucro económico para ellos.

De lo anterior Aznar menciona lo siguiente: “La lógica económica está clara. Los medios de comunicación forman empresas y han de conseguir ingresos para rentabilizar sus inversiones y dar beneficios. Puesto que estos ingresos dependen de la publicidad y a ésta le interesa llegar a la mayor cantidad de público, las televisiones tienen que aumentar su audiencia para incrementar sus ingresos publicitarios. La noción misma de audiencia proviene del ámbito publicitario y su predominio a la hora de decidir la programación refleja el papel dominante del mercado en este ámbito de la comunicación”
[2]

La competencia entre los canales privados, hace que el término ética desaparezca también. Hablar mal del otro y recurrir a la inmediatez de emitir una noticia únicamente para captar la atención del público primero que el otro canal, sin antes darle el tratamiento y la investigación requerida a la nota; son algunos de los principios que olvidan y emiten los medios masivos de comunicación, por aquellos de la constante competencia entre unos y otros. Esto no quiere decir que la competencia sea mala. La competencia es buena en la medida en que hace que la exigencia y la disciplina sean mayores para alcanzar el éxito, pero cuando se transforma en egoísmo y en mecanismo para hacer quedar mal al otro, es cuando en vez de construir, termina destruyendo.

Nadie habla mal de si mismo y en esa medida también es común encontrar medios de comunicación que protejan la vida de políticos y miembros del estado que pautan en el medio. La omisión de información, callar o encubrir actos ilícitos también es falta de ética en la televisión.

Finalmente y hablando de los programas educativos e informativos; ¿Será que realmente están siendo vistos y aprovechados por las audiencias, o simplemente los horarios de transmisión son tan tardíos que nadie los ve? Programas como los del defensor del televidente donde se tocan temas importantes que educan a la audiencia y que generan una cierta reflexión sobre los contenidos de la programación; y que a su vez, le permiten a los televidentes comunicarse, participar y discutir directamente sobre los temas de reflexión; no están siendo aprovechados en su totalidad, por los horarios de emisión en los que son transmitidos. De igual forma sucede con muchos otros programas de directores quienes quieren darle un giro diferente a lo tradicional pero que por ser polémicos y no causar tal vez el mismo impacto que otros, son emitidos pero desaprovechados.

Cualquiera diría que con toda la reflexión anterior, la televisión resulta una amenaza para los televidentes, pero en realidad la intención no es satanizar al medio sino hacer una reflexión sobre la importancia y el impacto que tiene la ética en la construcción del tejido social, la sana convivencia, la tolerancia y el desarrollo de cualquier estructura social; y como la televisión en su falta de ética, rompe y no permite que esos procesos se lleven acabo.

La televisión no es mala, el entretenimiento no es malo, la publicidad no es mala; lo malo es el cómo se trabaja, el cómo se construye.

Se supone que los hombres han sido dotados de un grado superior de raciocinio el cual los hace diferentes de los animales, pero pareciera que ese grado sólo les hubiera servido para autodestruirse, en vez de evolucionar. Nadie desconoce los grandes avances a nivel tecnológico y científico que el hombre ha alcanzado, pero a si mismo y haciendo uso de su inteligencia, el hombre la ha empleado no para construir y hacer el bien, sino para destruirse a si mismo poco a apoco haciendo el mal. Cada avance trae consigo un problema, o si no recordemos esto: Los computadores que se suponían, eran para facilitarle la vida a los hombres, también tienen virus que curar; las armas que fueron creadas para que el hombre pudiera cazar y alimentarse, se convirtieron en artefactos para amenazar la vida de los civiles y obtener el poder por la fuerza y volviendo a la televisión, que fue creada como un medio para comunicar y educar, ahora divide y genera conflicto.

La ética en la televisión al igual que en los otros medios, sigue siendo una utopía, un cambio que sólo se puede alcanzar desde el compromiso personal vuelto colectivo. Ser ético es una decisión personal que se forma desde casa y en las instituciones educativas y es por esto que promover la ética, no puede verse como frase de cajón, sino como una necesidad y un compromiso. Aplicar la ética resultaría sencillo, si en el actuar diario, los hombres recordaran aquel dicho popular que dice: “no hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti”.

Y termino diciendo que se es ético tanto a nivel personal, como profesional y que la ética, es en definitiva, un bien necesario.

Pie de Página


[1] Aznar, Hugo (2002): Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre. Revista Latina de Comunicación Social, 48. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina48marzo/4807aznar2.htm

[2] Aznar, Hugo (2002): Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre. Revista Latina de Comunicación Social, 48. Recuperado el x de xxxx de 200x de: http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina48marzo/4807aznar2.htm




Bibliografía básica




· Cátedras de Deontología de la comunicación por el docente Jaime Pallares. Facultad de Comunicación Social y Periodismo. Universidad Pontificia Bolivariana, seccional Bucaramanga.

· Aznar, Hugo (2002): Televisión, telebasura y audiencia: condiciones para la elección libre. Revista Latina de Comunicación Social, 48. Recuperado el x de xxxx de 200x de:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/2002/latina48marzo/4807aznar2.htm